El proceso natural de envejecimiento tiene en el rostro a una de sus primeras víctimas. Los signos iniciales de que la piel en la cara ya no es tan tersa y juvenil comienzan a aparecer a partir de los 25 años. En ese momento ya surgen unas finas líneas que, con el paso del tiempo, dan lugar a arrugas y pérdida de volumen e intensidad. El mejor modo de evitar estas situaciones es con una buena rutina de cuidados, y en ella entra el exfoliante facial.
Los cuidados del cutis, con productos testados y de calidad, ayudan a mantener la piel más sana e hidratada. Son hábitos que hay que incorporar tanto en el día como en la noche y que, como decimos, incluyen la aplicación del exfoliante, un agente en el que no siempre reparamos.
¿Qué es exfoliar la piel y por qué se utilizan exfoliantes faciales?
Exfoliar la piel es un proceso que acompaña a la limpieza. De hecho, es una limpieza en profundidad que sirve para liberar el rostro de células muertas e impurezas. Con ello conseguimos potenciar la belleza natural.
La vía más efectiva para lograr un buen resultado con esta tarea es ayudarse de un exfoliante facial. Este producto puede ser un gel, una crema o una enzima limpiadora. Dependiendo de la zona a purificar, el grano que incluyen en sus composiciones es más o menos abrasivo y de un tamaño diferente. Su uso está indicado especialmente para mejorar la piel dañada por el sol, actuar frente a cicatrices de acné o varicela y decorar o eliminar manchas.
A diferencia de otros productos cosméticos y de higiene facial, que se aplican a diario, el exfoliante solo se usa de una a dos veces por semana, incluso en menos ocasiones. En rostros más sensibles es preferible exfoliar una vez cada dos semanas o únicamente una vez al mes. Para pieles normales y secas va bien la frecuencia semanal. Si tienes un cutis con la piel más grasa, quizás es conveniente echar mano de este producto dos veces a la semana.
¿Cómo usar el exfoliante facial?
En función de las necesidades de tu piel tendrás que acudir a este producto con más o menos frecuencia, pero en todos los casos el modo de aplicación sigue las mismas dinámicas. El primer paso es adquirir un producto que sea de calidad, que esté dermatológicamente testado. Y ojo, no intentes exfoliar con un producto para el cuerpo, pues la piel del rostro es bastante más delicado y requiere cuidados específicos.
Una vez has seleccionado el exfoliante que mejor se adapta a tu rostro, antes de usarlo tendrás que limpiar en profundidad el cutis. Comienza retirando todos los restos de maquillaje con una leche limpiadora y, a continuación, lava muy bien la piel con un gel o jabón apropiados para tu piel.
Esta acción sirve para retirar las impurezas más superficiales y adecuar el rostro para la exfoliación, que es el paso siguiente. La aplicación de exfoliante facial requiere que la piel esté un poco humedecida. Bastará con que repartas un poco de producto en pequeños puntos por toda la cara: la frente, la nariz, las mejillas y la barbilla. Para extenderlo haz movimientos circulares y presiona ligeramente con la yema de los dedos índice, corazón y anular.
En caso de que prefieras una exfoliación más profunda puedes ayudarte de un cepillo especial. Con él la piel quedará más suave y eliminarás mejor las impurezas del cutis. Además, la renovación celular se acelera.
Para finalizar, basta con retirar el exceso de exfoliante facial cuando ya haya penetrado. Para ello, aclara con mucha agua fría, que contribuye a que los poros se cierren más fácilmente y resulte más eficaz el proceso de eliminar las células muertes. Tras este paso, y ya para poner el cierre a la exfoliación, concluye con un tónico facial para cerrar definitivamente los poros.
¿Cómo completar la rutina de higiene facial?
La exfoliación es el paso siguiente a la limpieza en la higiene facial, pero no es el último. Tras el exfoliante hay que acudir al sérum, el contorno de ojos y labios, la crema hidratante y la protección solar.
Este último se excluye en rutinas nocturnas. El orden correcto en la aplicación es crucial para obtener resultados satisfactorios, ya que si nos lo saltamos o aplicamos ciertas texturas antes que otras, corremos el riesgo de que los principios activos no penetren en el cutis hasta donde se espera.
La regla general es usar primero los cosméticos menos densos, ya que de lo contrario, ese exceso de carga estará impidiendo la penetración de productos más ligeros. El que hemos tratado hoy es un producto ligero, pero no se emplea de manera diaria. Si quieres saber más sobre sus aspectos positivos, en Belleza Ideal te explican cómo debes usar un exfoliante facial.